Alimentación en la adolescencia

Cambios morfológicos, funcionales y psicológicos de la adolescencia

 
Para el estudio de la Nutrición en la adolescencia hay que comenzar con el estudio de cambios morfológicos, funcionales y psicológicos de la adolescencia. La adolescencia es un período de transición psicosomático que comienza en la infancia y finaliza en la edad adulta. Este periodo está influenciado por las hormonas sexuales y se caracteriza por el aumento de la velocidad de crecimiento y madurez, donde se desarrollan las estructuras y órganos corporales. Dichos cambios van a repercutir en las necesidades nutricionales y en las recomendaciones dietéticas de los adolescentes, que serán diferentes en función del sexo. Las necesidades energéticas se incrementan debido al crecimiento de tejidos que son metabolicamente activos (músculo). En las niñas, esta etapa comienza entre los 10 y 14 años y finaliza aproximadamente a los 16 años de edad, mientras que en varones comienza 2 años más tarde -entre los 12 y 17-, finalizando a los 18 años de edad. En las niñas, el crecimiento puberal y el desarrollo suele ser más rápido que en varones, dando lugar a cambios de talla y peso a edad más temprana. En el sexo femenino, conforme avanza la madurez sexual aumenta la cantidad de grasa corporal; en cambio en varones el crecimiento inicial es más lento, hasta que se tiene lugar el “estirón puberal” o pico de crecimiento del adolescente, que es mayor que en mujeres. Los varones presentan una disminución de grasa y un aumento de masa corporal magra. Respecto a la masa ósea, existen diferencias en ambos sexos debido a que los varones necesitan más tiempo que las mujeres para la maduración ósea y por ello, presentan un mayor tamaño del hueso. En resumen, la ganancia de masa ósea durante este periodo es fundamental, ya que el pico de máxima densidad mineral ósea se alcanza al final de la pubertad. Además de los cambios morfológicos y funcionales anteriormente mencionados, también se producen algunos cambios muy importantes a nivel psicológico. Estos cambios se encuentran influenciados por una serie de factores propios de esta etapa. Por ejemplo, los adolescentes empiezan a adquirir su propia independencia, buscan una identidad propia, su imagen corporal se convierte en algo prioritario a la hora de relacionarse y ser aceptado por los compañeros. Por ello, las modificaciones que se producen a nivel corporal y psicológico interfieren en el desarrollo de la personalidad, comportamiento alimentario, en el campo psicosocial y en el desarrollo intelectual del adolescente.
 

Necesidades nutricionales en la adolescencia

 
La nutrición en la adolescencia tiene como finalidad aportar los nutrientes necesarios para el abastecimiento energético y la formación de estructuras, así como interactuar con las hormonas encargadas del crecimiento y maduración. Por ello, las necesidades nutricionales durante esta etapa se incrementan y deben ajustarse en función del crecimiento, la composición corporal y el grado de madurez puberal.
 

Energía

Las necesidades energéticas desde el nacimiento hasta el inicio de la pubertad -11 años-, son las mismas para ambos sexos, apareciendo entonces diferencias energéticas según el sexo, peso corporal, actividad física y velocidad de crecimiento. Entre los 11 y 14 años de edad, la diferencia de energía necesaria entre niños y niñas es de 300 kcal/día aproximadamente, y a los 15-18 años de edad es de 800 kcal/día. No obstante, las necesidades energéticas deben ser individualizadas, teniendo en cuenta el factor de actividad y la composición corporal propia de cada individuo. A lo largo del día, la distribución calórica total debe corresponder a un 20-25 % en el desayuno, 30-35 % en el almuerzo, 15-20 % en la merienda y un 25 % en la cena.
 

Proteínas

A consecuencia del rápido crecimiento de la musculatura, se forman nuevos tejidos y estructuras orgánicas, por lo que es imprescindible incrementar los requerimientos proteicos -de alto valor biológico-, para asegurar un crecimiento adecuado. Los requerimientos promedio de proteínas en adolescentes recomendados por la OMS/FAO/UNU (2007), se muestran en la Tabla 1. Como podemos observar, se suman los requerimientos de crecimiento, que se corrigen por la eficiencia de la utilización de la proteína procedente de la dieta.
 

Grasas

La EFSA recomienda a adolescentes un aporte calórico diario de grasas del 25 al 30 % de la energía total. En la mayoría de las dietas de adolescentes encontramos que las principales fuentes alimentarias de grasas son la leche, productos cárnicos y los huevos.
 
Tabla 1. Requerimientos promedio de proteínas en adolescentes propuestos por OMS/FAO/UNU (2007) en función de la edad y el sexo. Fuente: EFSA, 2010.
 

Hidratos de carbono

Los hidratos de carbono deben representar entre el 45 y 60% del aporte calórico total de la dieta (EFSA), utilizando preferiblemente carbohidratos complejos y aquellos que aporten un alto contenido en fibra.
 

Vitaminas

 
En la adolescencia, los requerimientos de ciertas vitaminas como tiamina, riboflavina, niacina, vitamina B12, ácido fólico y vitamina B6 deben incrementarse, ya que intervienen en los procesos de desarrollo y crecimiento.
 

Minerales

Los requerimientos minerales en adolescentes deben incrementarse también, en especial el hierro, calcio y cinc, ya que el calcio está directamente relacionado con el crecimiento óseo y muscular, el hierro es necesario para el mantenimiento de la masa magra y hemoglobina y por último, el cinc es esencial para el crecimiento y la maduración sexual.
 

Factores que condicionan la dieta del adolescente

 
Los hábitos alimentarios de los adolescentes se encuentran condicionados por una serie de factores, algunos de ellos propios de esta edad. Entre ellos, encontramos que los adolescentes que tienen sobrepeso u obesidad, poseen un mayor conocimiento que el resto en materia de nutrición. Las dietas de adelgazamiento son habituales entre las chicas adolescentes, así como la exclusión de alguna comida diaria, siendo el desayuno la elegida con más asiduidad. También son frecuentes las dietas con predominio en bollería industrial, consumo de comidas rápidas, bebidas refrescantes etc, que suelen ser desequilibradas en nutrientes y con elevada carga energética, ricas en grasa saturada y sal. El consumo de alcohol afecta de manera directa al estado de salud, además de que nutricionalmente aporta calorías vacías. Por tanto, son muchos los factores que determinan los hábitos alimentarios de los adolescentes y que son claros condicionantes para la elección de una dieta. De esta manera, intentando salvaguardar la alimentación de este colectivo, evitaremos problemas relacionados con la salud en la edad adulta.
 

Consejos para una alimentación saludable en adolescentes

Los requerimientos necesarios para conseguir una nutrición óptima en la adolescencia implican que la dieta aporte una alimentación variada y equilibrada, con abundancia en cereales integrales, frutas y verduras, que sea baja en grasas y en sal . Las cantidades de calcio y hierro deben ser suficientes para cubrir las necesidades del adolescente en crecimiento. Además, no debe olvidar realizar actividad física de manera regular, para conseguir un equilibrio entre lo que se come y lo que se consume. A continuación se describen una serie de recomendaciones -en función de los grupos de alimentos-, para que los adolescentes sigan una alimentación saludable:
a) Frutas y verduras Las frutas y las verduras deben formar parte de la dieta diaria del adolescente y se deben ingerir 5 porciones al día. Es aconsejable comer las frutas frescas enteras o en zumos, evitando el consumo de frutas enlatadas o edulcoradas. Deben variar la ingesta de verduras, incluyendo las de color amarillo, las de hoja verde, las ricas en almidón y no aliñar las ensaladas con salsas que contengan mucha grasa.
b) Cereales, arroz, pan y pasta Los adolescentes deben incluir a diario este grupo de alimentos en su dieta, eligiendo preferentemente los cereales integrales por su alto contenido en fibra.
c) Leche y derivados Los adolescentes deben consumir de 2 a 4 porciones/raciones de lácteos al día, preferiblemente productos desnatados que no contengan una gran cantidad de grasa.
d) Pescado, carne, legumbres, huevos y frutos secos Los adolescentes deben ingerir de 2 a 3 raciones de estos grupos de alimentos, intentando elegir los productos que contengan la menor grasa posible como carnes magras, pollo sin piel, etc. Deben consumir con moderación huevos -ya que la yema es rica en colesterol-, y frutos secos, por su alto contenido en grasa. La carne debe prepararse a la plancha, cocida o a la parrilla, evitando siempre la fritura.
e) Grasas, azúcares Es muy importante que se restrinjan los alimentos que contengan grasas saturadas, ya que este tipo de grasas no son beneficiosas para la salud. Por ello es aconsejable evitar los productos tipo bollería industrial, alimentos que contengan aceites de coco y palma, carnes muy grasas, etc. Además, se recomienda leer el etiquetado de los alimentos para conocer la cantidad y el tipo de grasa que contienen. Los alimentos con alto contenido en azúcares simples se deben limitar y no añadir una cantidad de azúcar extra a los alimentos.

Como enseñar buenos hábitos alimentarios a los adolescentes

La educación nutricional se define como la parte de la nutrición aplicada, orientada hacia el aprendizaje, adecuación y aceptación de los hábitos alimentarios, según la cultura alimentaria a la que se pertenece, con el objetivo final de promocionar la salud. Pero en el colectivo adolescente, habitualmente no se siguen unas pautas nutricionales adecuadas debido a los siguientes condicionantes:
  • Tienden a saltarse alguna comida en especial el desayuno.
  • Comen fuera de casa.
  • Consumen dulces.
  • Comen en restaurantes de comida rápida.
  • Realizan dietas restrictivas.
El estudio enKid sobre la alimentación de adolescentes en España concluye que más del 50% de los chicos entre 10 y 25 años de edad desayunan de forma incorrecta, bien por no consumir ningún alimento hasta el mediodía o por consumirlo de forma insuficiente. El desayuno es muy importante, ya que tras un buen desayuno el adolescente tiene mayor capacidad para afrontar las actividades escolares de la mañana y mejora el rendimiento escolar. El adolescente ya no depende tanto de sus padres en la elección de los alimentos que consume. Además, empieza a disponer de cierta autonomía económica, dándole acceso a restaurantes de comida rápida, que son baratos, atractivos y muy promocionados por la publicidad. La comida rápida (fast food) tiene un alto contenido en calorías, grasas saturadas y sodio, mientras que es deficitaria en fibra y algunos micronutrientes como la vitamina A y C y hierro. Además, este tipo de alimentación incluye bebidas gaseosas y lácteos que contienen un exceso de calorías y en la que queda excluida la aportación de agua. Por otra parte, hay que entender que el fast food tiene un componente social y afectivo importante entre los jóvenes. Por esta razón, hay que llegar a un consenso con el adolescente, dado que si el consumo de estos alimentos es ocasional y se mantiene dentro de una dieta equilibrada, no tiene por qué ser perjudicial.
 

Trastornos de los hábitos alimentarios

 
Otra dificultad que se observa a esta edad con respecto a la educación nutricional es el desarrollo de conductas alimentarias influidas por ideales de belleza, marcados por el mundo de la moda que podría conllevar a un desequilibrio nutricional. Este comportamiento, donde con frecuencia existe una imagen muy negativa del propio cuerpo, podría provocar además trastornos de conducta alimentaria como la anorexia, bulimia, atracones y obesidad. En la mayoría de estos trastornos aparecen sentimientos de insatisfacción, acrecentados por las características de los cambios psicológicos y fisiológicos propios de la adolescencia. Los adolescentes pueden sufrir un rechazo de su propio cuerpo al percibir su tamaño mayor de lo que realmente es, una preocupación por sus cambios y ansiedad por su apariencia. El adolescente obeso presenta mayor riesgo de desarrollo de ansiedad, aislamiento y rechazo a realizar actividad física. La anorexia nerviosa en adolescentes se caracteriza por quejas constantes hacia el propio cuerpo, la ausencia de pubertad, cambios en la forma de alimentarse, la comparación de si mismo con los ideales de moda, la valoración continua de su peso, adelgazar al autorestringirse la comida y en general, presentan baja autoestima. Paradójicamente, la obesidad y la anorexia nerviosa están aumentando progresivamente entre los adolescentes, probablemente por la influencia de algunos medios de comunicación que presentan ideales de belleza contradictorios con los hábitos alimentarios que muestran en su publicidad. Los deportistas adolescentes pueden tener problemas alimentarios derivados de una inadecuada ingesta de nutrientes. En ocasiones, el adolescente puede verse influenciado por las recomendaciones de su entrenador que le induce a consumir suplementos dietéticos, que son innecesarios, para aumentar su rendimiento físico. Para la práctica de ciertas disciplinas, el deportista adolescente necesita tener bajo peso y para ello, a veces recurre a hábitos alimentarios que no son saludables. Así, se ha observado en deportistas adolescentes una mayor incidencia de trastornos de conducta alimentaria que en el resto de la población. Entre estos trastornos aparecen ayunos prolongados en el tiempo, vómitos, consumo de laxantes y diuréticos, mayor tiempo de realización de ejercicio y automedicación para controlar el hambre. Como consecuencia de estas prácticas, baja también el rendimiento deportivo, se producen alteraciones en el estado nutricional, afectando finalmente a la salud psicológica del adolescente.
 

Recomendaciones de hábitos para adolescentes

Los estudios científicos han demostrado la efectividad de las campañas sobre educación nutricional y prevención de trastornos en adolescentes. Dado que los adolescentes tienen cierta vulnerabilidad y dificultades en adoptar hábitos saludables, es absolutamente necesario hacer especial hincapié en su educación nutricional. Por otra parte, ya tienen edad para entender conceptos complejos y por tanto, se pueden tratar con cierta profundidad y empleando un lenguaje atractivo, temas relacionados con la alimentación y aspectos emocionales ligados a esta. El objetivo es que puedan adquirir hábitos saludables, que afectarán positivamente durante la propia adolescencia y durante el resto de sus vidas. Se ha comprobado -Jauregui Lobera y colaboradores (2010)-, que la prevención de los trastornos de conducta alimentaria debe focalizarse hacia los factores de tipo emocional, ya que predisponen especialmente al desarrollo de estas enfermedades, no siendo conveniente dirigirlos en exclusiva a la patología en si misma. Los programas de prevención se deberían centrar en aspectos como la autoestima, la nutrición, la imagen del propio cuerpo, las herramientas para afrontar el problema y la comunicación. Lo que se pretende finalmente es cambiar actitudes y conductas erróneas de la persona afectada. Por ello, la simple información sobre la enfermedad no suele dar los resultados deseados. Por otra parte, los responsables de la nutrición del deportista adolescente deben velar por mantener su buen estado nutricional. Para ello deben cuidar que la dieta sea equilibrada y acorde al gasto calórico según las características del individuo. El deportista adolescente necesita, en general, más cantidad de agua y calorías para compensar el gasto energético realizado. Es importante resaltar que durante el ejercicio se puede producir una pérdida importante de agua. Si esta pérdida alcanza el 2% del peso corporal, disminuye la presión arterial y el gasto cardiaco y por tanto, se reduce la liberación de oxigeno a los músculos, aumentando el lactato y la fatiga física y mental. Si la deshidratación se aproxima al 7% y 10%, se puede producir un paro cardiaco y la muerte. Por tanto las campañas de intervención y educación nutricional a los padres y adolescentes puede ser una herramienta fundamental en la prevención de enfermedades a corto y largo plazo. Estas deben publicitadas en los medios de comunicación y ser llevadas a cabo por especialistas en el ámbito escolar, contando con el apoyo de empresas alimentarias e instituciones, los padres y toda la familia y que deben ir dirigidas a propiciar hábitos que concuerden con las recomendaciones nutricionales. Se debe promulgar el consumo de frutas y verduras en adolescentes, llevando a cabo campañas educativas en colegios, asociaciones, Centros de Salud y medios de comunicación. Además, de debe apoyar que las industrias agroalimentarias refuercen la información nutricional de las etiquetas.

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